Una de esas noches cualquiera en la coctelería Tirsa nos deparaba, además de excelentes cócteles, una larga e interesante conversación con Manel Tirvió, el dueño, quien rezuma amabilidad, profesionalidad y un gran interés y sabiduría por el mundo del cóctel. Las distintas vitrinas con cocteleras antológicas lo acreditan.
Hablando de la moda que hay ahora del gin-tonic, que parece ser lo más de lo más, Manel nos acabó contando la historia de su origen, que además podemos leer de forma resumida en la página web de Schweppes, marca que patentó y comercializó el agua tónica.
El origen del gin tonic nace por casualidad, como muchas otras cosas, durante la época del imperio británico y en la zona de la actual India, donde los soldados británicos trataban de luchar contra la malaria tomando quinina mezclada con agua y una variante de limón propia de ese territorio, así, la medicina no resultaba tan desagradable.
A uno de estos soldados se le ocurrió añadirle un chorrito de ginebra y el experimento gustó, parece ser. Una vez de regreso a su país, los soldados siguieron tomando esta medicina por prevención y, poco a poco, lo que tenía fines curativos se convirtió en una bebida refrescante que empezó a gustar a todo el mundo.
Los soldados británicos trataban de luchar contra la malaria tomando quinina
El alemán Jacob Schweppe viajó a Inglaterra y allí descubrió la medicina-bebida, viendo posibilidades en ella, por lo que decidió comercializarla y convertirla en la “Indian Tonic Water”, el primer refresco carbonatado de la historia. Años más tarde se convertiría en la marca Schweppes, por todos conocida.
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El gran éxito que tuvo en Inglaterra motivó que Schweppe fundara una compañía con sede en Londres, J.Schweppe&Co. Fue esta empresa la que en 1870 añadió quinina a una soda carbonatada de limón con la idea de que sirviera como medicamento agradable para los soldados británicos destinados en la India. Estos tenían que combatir la malaria y otras fiebres con quinina, un alcaloide con propiedades antipiréticas, analgésicas y antimalaria. De esa afortunada mezcla surge el agua tónica, que en un principio llevaba grandes proporciones de quinina, cantidad que en la actualidad se ha reducido hasta una presencia mínima que garantiza a la bebida su característico sabor amargo. En aquellos primeros tiempos resultaba excesivamente amarga, motivo por el cual los mismos soldados comenzaron a añadirle un poco de su ración diaria de ginebra, dando origen al gin-tonic.